Siento
Siento arder la sangre y me duele cada artería. Siento la nausea trepando mi garganta y las lágrimas traicionarme como cada noche. Siento la vida irse, el frío en mi espalda y la tristeza atascada. Siento es hastío en mis entrañas y vomito sangre, veo la sangre y sabe a sangre. Siento el corazón magullado y roto, siento los pies desquebrajados y mis manos cansadas, siento el metal... adentro.
Siento la mirada azul, y siento la mañana inútil, las estaciones que se estancan... en mí, los años que nada cambian y se llevan todo. Siento las notas golpeando mi cabeza y taladrando, machacantes. Siento el aroma tibio de un regazo olvidado y siento unas manos descarnadas estrangulándome en medio del estupor invernal.
Siento el alma hecha un nudo y la razón hecha un cascajo, siento la cordura acobardada como un niño qué no entiende lo que pasa. Siento cada día entre fuego cruzado y siento la bala perdida en mi cráneo. Siento la yugular destrozada, luego la sangre manchando, luego los ojos en nada.
Siento el olvido clavado en pies y manos, la cruz que me ha roto los brazos, la corona espinada que lentamente me arranca la piel, la lanza en un costado y al final una lluvia con truenos, que todo ha de limpiar.
Siento el dolor y la angustia, siento el entumecimiento eterno y las visiones de un paraíso. Siento el sofoco y la desesperación, siento una luz, siento el temor.
Siento la indiferencia (que mata) y tu sonrisa aun maldita, tu mirada de Anubis, tu juicio final, tu cruel guadaña rompiendo mi columna vertebral.
Y a pesar de todo... aun siento.
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