5:06 p. m.

Author: Gabriela Clayton /

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Y te he llorado. Y te he llorado más de lo que mereces, te he llorado hasta sentir el alma hecha pedazos, te he llorado en un sinsentido y sin final. Y te he llorado a pesar de que la indiferencia mata y la compasión falta.

Pero has cortado en dos ese músculo ensangrentado que llamamos corazón y que porto en un pecho que debería estar vacío; en dos y de un solo y certero espadazo. Pero te has llevado lo poco que quedaba de humanidad en el cascajo viejo que llamo cuerpo, arrancaste con saña la luz de mi mirada hoy muerta.

A pesar de todo, te he llorado. Y te pido que me dejes ser el villano de esta historia, que para mí es más fácil lidiar con la maldad que con el dolor. Te he llorado todo un verano y te seguiré llorando durante el invierno. Porque ahora he comprendido que hay que llorar lo suficiente para luego dejar de hacerlo, y secar los ojos y apartar el desconsuelo.

Te he llorado en cada cana nueva que pinta mi cabello, y también en cada kilómetro marcado en el tablero de mi auto, te he llorado junto al mar y a las faldas de un cerro, te he llorado ahogado en vodka y en completa sobriedad, te he llorado en el deseo iracundo de volver a tomar la hoja de afeitar y en el costoso trabajo de no hacerlo, te he llorado en palabras, en notas y en sinfonías rotas, te he llorado en calles llenas de gente y en desiertos inundados por perenne soledad, te he llorado en angustiantes noches sin conciliar el sueño y en días tan obscuros como largos, te he llorado en los recuerdos que aún conservo a pesar del daño ya causado, te he llorado en hierro y sal, sí... te he llorado.

Y te he llorado más de lo que mereces, pero por favor, siendo yo el malo de esta historia mis lágrimas se convierten en menos vergonzosas.

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1:57 a. m.

Author: Gabriela Clayton /

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¿Y para qué llorar?, y para qué desgastarme cada noche, para qué destruirme la garganta, para qué gritar con desconsuelo a una noche sorda. ¿Para qué llorar?, si el ejercicio de las lágrimas me parece tan poco ya, y el frío de un piso prístino ya no es suficiente albergue para hacerme un ovillo. ¿Para qué llorar?, si lástima ni compasión puedo despertar en nadie, ni un solo atisbo de dignidad renace cuando las lágrimas se funden con la sangre.

¿Y para qué llorar?, si ninguna de mis lágrimas significan pasos que has de dar en dirección a mí, ni ninguno de mis ruegos son señales de humo que has de ver. Ninguno de mis rezos los hago con fe, ni ninguno de mis deseos es el primero de tres. ¿Para qué llorar?, si con llorar no arreglo los errores de mi vida, ni enmiendo todo el daño que he causado... que te he causado.

¿Y para qué llorar?, si a pesar de las palizas que la vida me ha dado me sigue pareciendo ridículo seguir con esto, y seguir aquí, a pesar de las caídas y los golpes, a pesar de las heridas, todo me sigue pareciendo igual, y si acaso algo es diferente es la dimensión de un dolor que sigo teniendo atascado en el corazón. ¿Para qué llorar?, si con llorar no puedo coser con hilo y aguja mi cielo destrozado, si con llorar no puedo pegar con resistol una vida –la mía- que yo solo hice añicos, si con llorar no puedo arrepentirme de cosas que ya hice, si con llorar no suelto el vodka y no se aleja la tristeza. ¿Para qué llorar?, si de todos modos ya perdí mi oportunidad contigo, ya perdí mi oportunidad de vida, ya perdí eso poco que quedaba. Era nada.

¿Y para qué llorar?, pues las lágrimas no alivian el dolor y no destierran el deseo de morir, las lágrimas no curan, ni sanan. ¿Para qué llorar?, y de todos modos no puedo dejar de hacerlo.

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Sin Título

Author: Gabriela Clayton /

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Tengo las manos rojas y las líneas de un horizonte nevado preparadas para el amanecer. Un cuchillo al fuego para quemar los tatuajes de un pasado convicto. Y no me arrepiento de haber escupido verdades con aroma a vodka y tristeza. Tonto he sido al haber aterrizado un cariño infame en el corazón azul lejano de un Anubis vacío. Y ahora lo soy más por haber creído en un ángel cobarde y haberle vendido mi alma.

Qué me queda después de haber muerto de tantas formas diferentes, pero al final... todas ellas muerte. Qué me queda sin alma y orgullo, ni nada más que vender. Qué me queda después de hundirme en tus ojos café... ahogarme y rogando para que me salves, sabiendo que no lo harás.

No queda nada. Ni un camino hacía el nirvana, ni una esperanza remendada, ni un cielo roto que parece caer. Nada, un espacio infinitamente blanco, y mis manos rojas.

Tengo los surcos de una rabia desesperada cruzando mis brazos y, qué demonios, mi corazón también. Y me dan miedo y me recuerdan la peor de mis debilidades, el peor de mis momentos, el peor de mis amores, la peor de las vidas sobre esta tierra: la mía.

Tengo flores marchitas en un florero viejo y roto, y tengo ganas de correr a tu casa y zarandearte hasta hacerte entender... que no quiero odiarte, y no quiero tampoco perderte. Y mis deseos me consumen y las salidas se acaban. Pienso en morir por última vez, o vivir atado a un sueño de polvo blanco. Cualquiera de las dos terminará por desaparecerme, que de todos modos es lo que verdaderamente quiero.

Porque tengo una varita de sauco, una capa invisible y una piedra que revive a los muertos, pero no te tengo a ti. Tengo boletos para viajar al infierno, y tengo una fotografía blanco y negro, tengo un pedazo de Madrid junto a mi cama, tengo retazos de oro y plata. Pero nada tengo entre las manos.

Se me escapa como aire, y se me escapa el aire. Calles empedradas en picada y paisajes en postales, una tarde soleada y las mujeres que temprano van por la leche, niños corriendo, aves volando en secuencia, y una casa de cuento de hadas. Nada ha existido ni aquí ni en mi mente.

Tengo música, y hasta logro tener algo de risa. Pero también tengo una botella a la que abrazo y una receta falsificada.

Nada me queda después de haber yo solo arrojado mi corazón a la basura, y junto a él se fue mi razón y mi cordura. Junto a él se fue mi fe en el mundo y ahora nada tengo, sólo mis manos rojas y un horizonte nevado.

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En el DF

Author: Gabriela Clayton /

Estoy en el DF, y la urbanidad de esta maravillosa y contrastante ciudad me hizo escribir esto...

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Paro al corazón.


Por qué mi pulso se acelera sólo al pensar en ti, por qué las entrañas parecen querer escapar por mi boca sólo al imaginarme un encuentro –imaginario-, por qué las mariposas regresan a mi estómago volando con intempestivo ardor al sólo recordar tus ojos.

¿Por qué?, es la pregunta, por qué si mi corazón a cada día y cada hora, a cada minuto, a cada suspiro deja de latir, y se muere, y se detiene. ¿Por qué?, por qué si me has dejado en claro que nada entre los dos puede haber, por qué si en el preciso instante en que dijiste ‘no’ mi muerte dio comienzo.

Y los grillos cantan y las patrullas de la ciudad me despiertan con sus sirenas, y las noches son largas y los días obscuros, y las calles llenas de gente son ajenas. Y el tiempo se me escurre de las manos y los golpes me siguen machacando. Sangrando. Sangrando por la boca.

La muerte lenta no perdona, mis rodillas rotas y mis ojos cansados no pueden más. Dicen basta con febril fervor, dicen basta hasta el hastío. ¿Por qué?, por qué si nada de esto ha valido la pena, por qué si he fallado una y otra vez, por qué si aun tengo vida me siento muerto.

¿Por qué?

Por qué mis manos son rojas y mi suelo inmaculadamente blanco, por qué el futuro parece inalcanzable y el presente sólo bruma, por qué los niños corren y ríen mientras yo no encuentro hora para llorar y desangrarme. Desangrarme hasta la muerte. Desangrarme por la boca.

Frío y áspero destierro acompasado y lento, muy austero. Y recuerdos que como hojas caen al suelo, un cielo gris me recuerda el sabor amargo de la ausencia, y el olvido inevitable. La ruptura de la historia, unas nubes desquebrajadas anuncian lluvia, y veo la lluvia, y veo el pavimento mojándose y todo me parece triste.

Por qué añoro algo que fue mío y yo mismo dejé escapar, por qué lloro por un intento fallido incluso cuando yo sabía que iba a fracasar, por qué me canso intentando, por qué el dolor me sigue magullando el corazón.

Y poco a poco muero, y poco a poco la sangre que por mi boca se derrama me ha hundido y tan sólo espero un paro al corazón.

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Mazatlán 2008

Author: Gabriela Clayton /

Así es, me fui unos días a Mazatlán, me la pasé muy bien, me divertí mucho pero siendo yo también tuve mis momentos taciturnos y escribí 2 cosillas. Ah, sí, el objeto inspirador de todo esto ya no es quienes ustedes recuerdan, es otro que de todos modos no va a ser para mi, jiji =(

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Dios bendiga el mar

Dios bendiga el preciso momento en el que me derrumbé, aquel en que mis manos debieron haberse hecho pedazos contra la pared, aquel en el que me desangré en palabras y tú no, Dios bendiga los campos amarillos y las nubes de tormenta, Dios bendiga tu mesura y tu humor, Dios bendiga la noche y los días, Dios bendiga la velada en la que morí, Dios bendiga al trueno y su estruendo, Dios bendiga las luces en el firmamento y la furia de las olas, Dios bendiga el reflejo de las nubes en el parabrisas de mi auto, Dios bendiga la llamada en la que pude haber muerto. Dios bendiga tu sonrisa, Dios bendiga el mar.

Dios bendiga los insectos sobre el lago, Dios bendiga las cicatrices en mis manos, Dios bendiga incluso a ese que me arrancó el corazón de tajo, Dios bendiga las aves rotas y el dulce estupor del verano, Dios bendiga mis alas fracturadas y la obscuridad en la que me desangré, Dios bendiga tu tierna ingenuidad, Dios bendiga mi soberbia impertinente, Dios bendiga el momento, el justo momento en que nuestros egos hicieron colisión, Dios bendiga la sangre que de mis palabras brotó, Dios bendiga tus palabras sobrias, Dios bendiga las lágrimas y las risas, la música y el silbido del océano. Dios bendiga tu sonrisa, Dios bendiga el mar.

Dios bendiga la tinta que derramo, Dios bendiga las travesuras de los niños y las calles de Toronto y la nieve en Quebec, Dios bendiga la desgarrada voz de Jonsí y la guitarra de Sufjan, Dios bendiga la luna llena roja y el conejo en ella ensangrentado, Dios bendiga tus ojos chocolate, Dios bendiga tu firme perspectiva, Dios bendiga tu temor, Dios bendiga mis intentos de dejar esto para siempre, Dios bendiga el hecho de que siempre estuviste ahí, Dios bendiga el lodo en el que me hundí, y mis piernas rotas y mis tres caídas, Dios bendiga las quemaduras de mis pies. Dios bendiga tu sonrisa, Dios bendiga el mar.

Dios bendiga estas hojas, Dios bendiga mis palabras (torpe prosa), Dios bendiga el tiempo y el espacio, Dios bendiga mis pantalones de mezclilla, dios bendiga tu gabardina negra, Dios bendiga tu silencioso caminar, Dios bendiga las horas y los suspiros, Dios bendiga el sabor salado de las lágrimas y el olor a hierro de la sangre, Dios bendiga la miel y el canto de gorriones, Dios bendiga el aleteo del murciélago, Dios bendiga las tardes de enero y el despertar en invierno, Dios bendiga la maldita muerte, Dios bendiga el sofoco y la desesperación, Dios bendiga el miedo de los hombres y el negro de sus corazones, Dios bendiga a los que se fueron, Dios bendiga la soga, las pastillas, el cuchillo, el agua y las vías del tren, Dios bendiga a los suicidas. Dios bendiga tu sonrisa, Dios bendiga el mar.

Dios bendiga al Anubis que con ojos carbón sin vida puso en la balanza mi corazón, y mi razón y mi cordura, Dios bendiga tu mano que nunca me dejó caer, Dios bendiga tu arrebato sobreprotector, Dios bendiga cada nota y cada beat, Dios bendiga el alcohol y mi desorientación, Dios bendiga la distancia, el silencio y el hambre, Dios bendiga los días nublados y la lluvia fina que corta la piel, Dios bendiga el arcoíris tan raro como siempre fascinante, Dios bendiga los mitos y los cuentos, los castillos de arena que con el viento se derrumban, Dios bendiga mis pisadas y las tuyas. Dios bendiga tu sonrisa, Dios bendiga el mar.

Dios bendiga la línea del horizonte y la penumbra de las madrugadas, Dios bendiga la luz, Dios bendiga las torretas de electricidad, y sus cables, y su pauta, Dios bendiga tu voz y tus chistes, Dios bendiga a los serafines con incienso, Dios bendiga sus tres pares de alas, Dios bendiga todas las veces que he perdido, Dios bendiga las veces que –nunca- he ganado, Dios bendiga las veces que lo he intentado, Dios bendiga las veces que he fracasado, Dios bendiga las luces ámbar y rojas, Dios bendiga los semáforos en verde, Dios bendiga el camino a tu casa y a tus raíces, Dios bendiga Madrid. Dios bendiga tu sonrisa, Dios bendiga el mar.

Dios bendiga al albatros, Dios bendiga el maleable metal, Dios bendiga mis huellas ferrosas, Dios bendiga el escarlata, Dios bendiga la sal, el limón y el tequila, Dios bendiga el fuerte vodka, Dios bendiga la espuma de la cerveza y su amargo sabor, Dios bendiga a los adictos, Dios bendiga la inmensidad, Dios bendiga los pequeños detalles que pasamos por alto, Dios bendiga la brevedad minúscula pero hermosa, Dios bendiga mi epitafio, Dios bendiga el adiós. Dios bendiga tu sonrisa, Dios bendiga el mar.

Dios bendiga el hecho de que jamás nos veremos nuevamente, Dios bendiga la distancia que ninguno de los dos recorrerá, Dios bendiga el espacio en blanco entre nuestros nombres, Dios bendiga el olvido y el azar, Dios bendiga tu camino, Dios bendiga a aquel que me ha de ganar –tu corazón-, Dios bendiga las veces que nos reímos, Dios bendiga las veces que me levantaste, Dios bendiga que hayas sido suficientemente inteligente como para rechazarme, Dios bendiga la vieja historia de mi vida, Dios bendiga mi ceguera y mi necedad, terca necedad, Dios bendiga las llamas de infierno que sin él no seríamos buenos, Dios bendiga tu corazón sincero y noble, Dios bendiga incluso mi corazón arrogante y torpe. Dios bendiga tu sonrisa, Dios bendiga el mar.

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¿En qué piensas?

¿En qué piensas cuando un ave tiene que morir?

¿En qué piensas cuando las flores nacen en forma de botón?

¿En qué piensas cuando te digo que te quiero?

¿En qué piensas cuando la luna se encuentra roja?

¿En qué piensas cuando la nieve cae lejos de aquí?

¿En qué piensas cuando me humillo frente a ti?

¿En qué piensas cuando la tristeza es más grande que la fe?

¿En qué piensas cuando los cuervos arrancan ojos?

¿En qué piensas cuando sólo quiero besar tus labios y tomarte de la mano?

¿En qué piensas cuando el viento erosiona todo a su paso?

¿En qué piensas cuando el tiempo parece detenerse?

¿En qué piensas...?

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