Estoy en el DF, y la urbanidad de esta maravillosa y contrastante ciudad me hizo escribir esto...
Por qué mi pulso se acelera sólo al pensar en ti, por qué las entrañas parecen querer escapar por mi boca sólo al imaginarme un encuentro –imaginario-, por qué las mariposas regresan a mi estómago volando con intempestivo ardor al sólo recordar tus ojos.
¿Por qué?, es la pregunta, por qué si mi corazón a cada día y cada hora, a cada minuto, a cada suspiro deja de latir, y se muere, y se detiene. ¿Por qué?, por qué si me has dejado en claro que nada entre los dos puede haber, por qué si en el preciso instante en que dijiste ‘no’ mi muerte dio comienzo.
Y los grillos cantan y las patrullas de la ciudad me despiertan con sus sirenas, y las noches son largas y los días obscuros, y las calles llenas de gente son ajenas. Y el tiempo se me escurre de las manos y los golpes me siguen machacando. Sangrando. Sangrando por la boca.
La muerte lenta no perdona, mis rodillas rotas y mis ojos cansados no pueden más. Dicen basta con febril fervor, dicen basta hasta el hastío. ¿Por qué?, por qué si nada de esto ha valido la pena, por qué si he fallado una y otra vez, por qué si aun tengo vida me siento muerto.
¿Por qué?
Por qué mis manos son rojas y mi suelo inmaculadamente blanco, por qué el futuro parece inalcanzable y el presente sólo bruma, por qué los niños corren y ríen mientras yo no encuentro hora para llorar y desangrarme. Desangrarme hasta la muerte. Desangrarme por la boca.
Frío y áspero destierro acompasado y lento, muy austero. Y recuerdos que como hojas caen al suelo, un cielo gris me recuerda el sabor amargo de la ausencia, y el olvido inevitable. La ruptura de la historia, unas nubes desquebrajadas anuncian lluvia, y veo la lluvia, y veo el pavimento mojándose y todo me parece triste.
Por qué añoro algo que fue mío y yo mismo dejé escapar, por qué lloro por un intento fallido incluso cuando yo sabía que iba a fracasar, por qué me canso intentando, por qué el dolor me sigue magullando el corazón.
Y poco a poco muero, y poco a poco la sangre que por mi boca se derrama me ha hundido y tan sólo espero un paro al corazón.
-:-
Paro al corazón.
Paro al corazón.
Por qué mi pulso se acelera sólo al pensar en ti, por qué las entrañas parecen querer escapar por mi boca sólo al imaginarme un encuentro –imaginario-, por qué las mariposas regresan a mi estómago volando con intempestivo ardor al sólo recordar tus ojos.
¿Por qué?, es la pregunta, por qué si mi corazón a cada día y cada hora, a cada minuto, a cada suspiro deja de latir, y se muere, y se detiene. ¿Por qué?, por qué si me has dejado en claro que nada entre los dos puede haber, por qué si en el preciso instante en que dijiste ‘no’ mi muerte dio comienzo.
Y los grillos cantan y las patrullas de la ciudad me despiertan con sus sirenas, y las noches son largas y los días obscuros, y las calles llenas de gente son ajenas. Y el tiempo se me escurre de las manos y los golpes me siguen machacando. Sangrando. Sangrando por la boca.
La muerte lenta no perdona, mis rodillas rotas y mis ojos cansados no pueden más. Dicen basta con febril fervor, dicen basta hasta el hastío. ¿Por qué?, por qué si nada de esto ha valido la pena, por qué si he fallado una y otra vez, por qué si aun tengo vida me siento muerto.
¿Por qué?
Por qué mis manos son rojas y mi suelo inmaculadamente blanco, por qué el futuro parece inalcanzable y el presente sólo bruma, por qué los niños corren y ríen mientras yo no encuentro hora para llorar y desangrarme. Desangrarme hasta la muerte. Desangrarme por la boca.
Frío y áspero destierro acompasado y lento, muy austero. Y recuerdos que como hojas caen al suelo, un cielo gris me recuerda el sabor amargo de la ausencia, y el olvido inevitable. La ruptura de la historia, unas nubes desquebrajadas anuncian lluvia, y veo la lluvia, y veo el pavimento mojándose y todo me parece triste.
Por qué añoro algo que fue mío y yo mismo dejé escapar, por qué lloro por un intento fallido incluso cuando yo sabía que iba a fracasar, por qué me canso intentando, por qué el dolor me sigue magullando el corazón.
Y poco a poco muero, y poco a poco la sangre que por mi boca se derrama me ha hundido y tan sólo espero un paro al corazón.
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