dupla

Author: Gabriela Clayton /

Dos escritos chafas, el primero algo contradictorio en sí mismo, el segundo es más un relato...

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Es que no te puedo ver, no te quiero ver. Aléjate. Déjame.

Es que no te puedo sonreír, no cuando has sido tú quien ha borrado la expresión de mi rostro.

No me toques, no me hables, no me mires. Ya no te puedo ver.

Estoy cansado de fracasar, debo comenzar de nuevo... lejos de aquí, lejos de ti. Ya cometí demasiados errores, ya me hundí, ya me ahogué. Ya morí. Quiero descansar en paz.

Ni tú al que había elegido para salvarme, ni aquel que destruyó mi vida por completo, ninguno de los dos dejan que finalmente pueda dormir.

No hay segundas oportunidades, sólo una línea difusa que no sé si continuar dibujando, que tantas veces he pretendido abandonar. No se renace, no se reinicia, se vive con los lastres lo que dure este viaje. Mis equipaje ya pesa demasiado cuando tan sólo he dado un par de pasos.

Mis piernas están rotas, y la dignidad me prohíbe seguir arrastrándome. Ya no más. Porque estoy cansado de perder y sangrar, estoy cansado de sentirme postrado en una cama recuperándome de heridas inútiles de guerras inútiles. Estoy cansado...

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Abrir los ojos, pararse de golpe hasta recibir un madrazo de sangre en la cabeza y marearse. Incorporarse, descalzo sentir la humedad del suelo, algo pegajoso y con un fuerte olor a hierro. La boca también me sabe a metal, siento entumecidas las manos... la piel está reseca, algo tiesa. Mis ojos abiertos... y a pesar de todo no veo nada. Me muevo con torpeza, tropiezo, las piernas me fallan y la fuerza me abandona. Camino a tientas, cayendo, escucho crujir algo, probablemente mi rodilla que una vez más se ha impactado contra el suelo. No puedo respirar pero un maldito instinto humano me hace querer seguir, sobrevivir aunque ordeno a mi subconsciente que deje de luchar. No siento nada, sólo un zumbido en mi oído y mi tabique nasal atrofiado. No siento nada, excepto angustia. Entre seguir luchando y luchar para dejar de hacerlo, el alma se me carcome. Con el tacto, maltrecho y maltratado encuentro un interruptor y la luz me deja ciego, más de lo que ya estaba. Miro mis manos, completamente marrón, el olor a hierro me ha seguido... miro hacia atrás y mis pies han dejado huellas impresas en miel escarlata. No sé de dónde proviene el reguero; miro mis manos otra vez como si en ellas estuviera la respuesta, en ellas está la respuesta, ahora no brota nada de ellas, pero mis pálidos brazos están cubiertos por sangre, mi propia sangre y al ver las largas heridas comprendo que ha pasado. Me miro en el espejo, decepcionado, mi expresión es cansada, no triste, no enojada, sólo y simplemente cansada. Tengo la cara un poco sucia, y sonrío al verme. Qué tonto fui, si todo me ha salido mal, ¿cómo pretendía que esto, precisamente esto me saliera bien?. Y me quedé... una vez más, ahí, parado mirando mi deshecho semblante.

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1 palmadas en la espalda:

rositaduran dijo...

Gabriela, me da pena verte así tan triste. En ashcities siempre me has parecido muy guerrera, muy derecha, alguien admirable, que hasta me daba un poquitín de celos (ashcities era el blog favorito de mi novio...) Haces una bonita labor por la música, y tienes muchos seguidores. Anda, no dejes que ese profesor tuyo se meta más en tu camino y sigue tu carrera, rápida e inteligente, como siempre.
Saludos!